Los alimentos de proximidad dejan una huella de carbono menor que los que viajan cientos o miles de kilómetros.
El impacto ecológico de un alimento no solo se debe a la distancia recorrida para llegar hasta nuestra mesa, sino también al vehículo de transporte utilizado.
Puede que un alimento transportado durante miles de kilómetros sea más sostenible que uno generado al lado de casa: depende de la energía utilizada para su producción.
Conocer qué alimentos son originarios de nuestra zona, en qué estaciones se recolectan y también cómo se producen nos ayudará a llevar una dieta más respetuosa con el medioambiente.
El desplazamiento de grandes distancias necesita más embalaje y, por tanto, deja más residuos.